lunes, mayo 02, 2005

Hermosos y malditos


Hace un par de días que he retomado la lectura de Hermosos y malditos, una grandiosa novela de Fitzgerald sobre el amor, la ambición y el desencanto (si es que resulta posible constreñir el texto a un puñado de categorías enunciadas de manera casual). Tal vez sea cierto que hay un sector, que podría tildarse de esnob dentro de los círculos literarios, que no duda en considerar a Fitzgerald como el mejor y más representativo escritor de la Generación perdida norteamericana, pero, aún así, no me resisto a tenerlo en gran estima, muy por encima de otros autores coetáneos suyos como Hemingway (por descontado), John Dos Passos o Truman Capote (los cuales también me conquistaron hace tiempo). Cuestión distinta es el valor de las clasificaciones generacionales y los cuadros cronológicos más allá de la didáctica y del mercado editorial, disyuntiva en la que no entro pero que resulta bastante útil para explicarnos. Como decía, Fizgerald no deja de sorprenderme, no sólo por la solidez con la que urde la trama principal que vertebra la novela, sino por su derroche de sencillez e ingenio (una combinación tan infrecuente como valiosa en un narrador) en cada párrafo, por su capacidad para bucear en los abismos de sí mismo y salir airoso con la ficción en su esencia más pura a cuestas sin sombras autobiográficas que pongan en entredicho sus aptitudes para la fabulación. Voy pasando las páginas del libro y no puedo dejar de pensar que ojalá yo fuera capaz de hacer algo así, que daría todo lo que tengo por escribir con esa soltura, con esa brillantez, siempre con la palabra certera dispuesta para diseccionar la realidad. Nadie ha retratado mejor que él la primera mitad del siglo XX en la otra orilla del Atlántico. Nadie ha tratado nunca con un respeto tan reverencial a la vieja Europa.

Aprovecho los primeros rayos de sol para ir cogiendo color y adentrarme en Hermosos y malditos, aunque no llegue nunca ese día en que seamos felices, por fin, en algún lugar de la Costa Azul y las malas mujeres no cesen de lacerarnos, una y otra vez, como la piedra inquieta le destrozaba el alma a Sísifo .

:: suena :: La Habitación Roja - Agujeros negros [Nuevos tiempos].
:: libro junto a la almohada :: Francis Scott Fitzgerald - Hermosos y malditos.
:: película en la retina :: Steamboy [2004].
:: el invento del maligno :: 59 segundos [La Primera].
:: world wide web :: Desde el país del sol naciente.

No hay comentarios: